PALETA DE COLORES

La imagen de una paleta, repleta de colores mezclados, puede ser un buen ejemplo gráfico para ayudarnos a visualizar y comprender la complejidad de nuestro mundo (incluida la complejidad de nuestra naturaleza humana y sus relaciones).

Con frecuencia, se tiende a simplificar o encasillar la realidad, algo incluso necesario para organizar el pensamiento y responder en consecuencia con los criterios y valores en los que nos vamos formando. Quizá, eso sí, debiéramos evitar dos peligros: el de una simplificación excesiva (todo es blanco o negro), que suele derivar en posturas intransigentes y ser motivada por la necesidad de seguridades "claras". Y el de una asimilación de la creencia de que todo es igual o relativismo (sin hacer distinciones), derivando en este caso, en una falta de criterio e identidad que sería provocada por la necesidad y/o voluntad de no tomar postura ante nada (por falta de información, valentía u otros intereses). 

De ahí, que lo que algunas personas ven de una forma o un color; para otras, sea sensiblemente diferente o incluso opuesto. 

La entrada anterior del blog, con la letra de la canción "La vida cambia", nos sirve ahora de ejemplo de esta misma polarización de la realidad, pero referida a uno/a mismo/a. Su mensaje subraya por un lado sentimientos de soledad, falta de perspectiva de futuro, infravaloración...etc; y por otro la confianza, seguridad, resistencia ante la adversidad y la apertura a una vida que aún está por escribir...etc. Quizá esta distinción tan radical no ayude demasiado a aceptar la mezcla de sentimientos que normalmente experimentamos. No obstante, esta canción sí que nos podría enseñar con claridad que hay situaciones concretas (positivas o negativas) que cambian la vida con esa misma radicalidad. 

Volviendo a los colores de nuestra paleta; subrayamos ahora el valor de la capacidad de relacionarnos por medio del diálogo, la convivencia y el respeto, que requiere la aceptación, valoración y enriquecimiento mutuo de la diferencia. Mucho más aún en un mundo tan globalizado. 

Estamos llamados a aprender a vivir, convivir y coexistir en una realidad compleja. Con nuestra propia complejidad personal, con la complejidad de relacionarnos con otras personas y con la naturaleza. Por lo que no vendría nada mal que siguiéramos buscando espacios para aprender que la realidad nos invita a compartir nuestros principios y valorar los del vecino, sencillamente porque somos parte de un mundo complejo.