EMPUJÓN

Aprender a levantarse. No tirar la toalla. Seguir adelante. Sacar fuerzas de flaqueza. Caminar. No renunciar a lo que uno cree, siente o piensa. Darse. Entregarlo todo. 

A veces, con pocas palabras, podemos darnos cuenta de lo importantes que son algunos mensajes para quienes necesitan un empujón de ánimo, de confianza, de fuerza. Aunque no podamos solucionar sus problemas, ni darles lo que esperan, siempre podemos mostrarles nuestra comprensión y cercanía.

Quizá ni siquiera haga falta que digas nada. El amor no siempre necesita de palabras. Basta una mirada, un gesto, una caricia, o incluso nada, siempre que tengamos la certeza de que nuestro "estar ahí" de forma discreta y desapercibida, es la mejor forma que podemos ofrecer de mostrar nuestro apoyo o la forma en la que mejor llegará a quien amamos. 

Usar la empatía, como capacidad para ponernos en lugar de alguien, y desde ahí, poder conocerle, comprenderle, aceptarle, aconsejarle, animarle...es fundamental para no proyectar en los demás nuestros propios deseos, pues lo que nos gusta y satisface a nosotros, no suele ser lo que esperan los demás.

Pocas cosas pueden considerarse tan valiosas como las palabras o gestos de amistad y cariño que recibimos en momentos difíciles, duros, de agotamiento o decepción. Aunque en apariencia no sean distintos a los que debiéramos dar o recibir de forma cotidiana; pueden ser considerados como algo especial si las circunstancias que las motivan son extraordinarias; lo que hará que estas palabras o gestos formen parte de nuestra memoria afectiva, aquella que guarda nuestro corazón.

Si quieres que tu mensaje positivo sea efectivo, recuerda que sería bueno que tuviera estas tres partes:
- EMPATÍA. Una primera en la que te pones en la piel de la otra persona y le haces saber que eres conocedor de lo que está viviendo, lo que siente y sabes su desánimo o sufrimiento: "Aunque te sientas perdido y sin fuerzas".
- MENSAJE POSITIVO. Una segunda en la que añades un mensaje motivador: "recuerda que cada día puede ser el comienzo de algo maravilloso" "no hay nada imposible" "la vida son etapas" "siempre sale el sol"....etc. 
- NUESTRO EMPUJÓN. La tercera parte en la que le mostramos nuestro apoyo, confianza, cariño.....como empujón de ayuda: "no te rindas" "tú puedes hacerlo" "estaré a tu lado" "cuenta conmigo".


INTERIOR

Cierra los ojos por un momento. ¿Qué ves en tu interior? 
Tómate tu tiempo...nuestro interior es un espacio amplio, profundo y lleno de rincones maravillosos cargados de recuerdos, ilusiones y sueños, sentimientos, creencias y perspectivas de futuro.

Es mucho más lo que somos que lo que suelen ver de nosotros los demás, incluso quienes mejor nos conocen y aman. Mira esta imagen de un iceberg y lo comprenderás algo mejor.


Es llamativo que con una parte tan grande sumergida, asome algo fuera del agua. Por lo que no siempre la parte que puede verse puede definirnos con exactitud. En este mundo interior están las respuestas a cómo somos, el porqué de muchas cosas que o bien nos suelen parecernos inexplicables o son tan naturales en nosotros que pasan totalmente desapercibidas. 

Cierra los ojos un momento. ¿Qué sientes? Lo primero que llegue a tu mente y a tu corazón será el primer camino por el cual adentrarte, y ojalá el amor, la compasión, el perdón para contigo mismo/a, la fe y la esperanza te acompañen en ese viaje apasionante de aprender de lo que te diga tu interior, allí donde resuena el eco de la voz de Dios. 



ENCRUCIJADA

Cuando menos te lo esperas te encuentras inmóvil ante una encrucijada. Desorientado/a, indeciso/a,  temeroso/a de no poder continuar el rumbo deseado. Cualquier decisión, por pequeña que aparentemente sea, puede suponer una enorme encrucijada para quien tiene que tomarla. Más aún cuando la decisión no sólo te afecta a ti sino a quienes están a tu alrededor, a quienes amas. Si ésto es lo que estás experimentando...piensa que de estos momentos también se pueden aprender valiosas lecciones de vida.


Una encrucijada nos enfrenta a una pregunta inicial ¿dónde quiero llegar? ¿hacia dónde debería ir mi vida?, lo cual, nos da la oportunidad de definir nuestras prioridades, metas, aspiraciones o necesidades. Las propias y las de quienes "esperan" algo de nosotros.

Nos hace conscientes de nuestras propias limitaciones, dándonos la oportunidad de seguir mejorando, de esperar un poco más hasta estar mejor preparado/a para comenzar ese camino nuevo, de tener el impulso o la fuerza necesaria para recorrer una etapa de la vida que sabemos que será costosa e ingrata.

Encrucijada no tiene que ser sinónimo de bloqueo sino de espacio ante el cual se debe tomar un rumbo u otro. Y esta acción de elegir un camino y descartar otros, también nos puede ayudar a centrarnos, a orientar nuestro corazón, a poner todas nuestras capacidades en pro de una sola tarea, un proyecto, una finalidad. Dice el refrán que quien mucho abarca, poco aprieta. Por lo que a veces es necesario centrarse en una cosa y después seguir con la siguiente. 

La experiencia nos enseña que hay caminos que una vez tomados, ya no hay vuelta atrás. Pero igualmente también nos dice que hay otros muchos caminos que son más fáciles de recorrer de lo que al principio imaginábamos y que no faltan oportunidades de reorientar nuestro rumbo si fuera necesario. 

Finalmente, toda encrucijada vital puede ser en sí misma una oportunidad de vencer nuestras inseguridades, miedos o comodidades. Es un momento de prueba pero también de gracia, de esperanza, de encuentro consigo mismo y con Quién o Qué guíe tus pasos.


ABRAZOS

Pocas veces caemos en la cuenta del poder educativo, curativo y espiritual de los abrazos. Tan importantes para nuestras vidas que aparecen tanto en momentos de felicidad como de dolor. Y tan necesarios que sólo nos hace falta recordar solamente uno de los abrazos recibidos para hacer presente a la persona que nos lo dio y la intención que le movió a hacerlo.

Hay abrazos de cariño, amor, amistad, alegría, consuelo, hermandad, pésame, de bienvenida o de adiós. Todo abrazo tiene su significado y su razón de ser. Nunca dos abrazos serán iguales por mucho que se parezcan. Y todos serán vividos con una intensidad especial. 

Cuando no encuentres las palabras apropiadas para decir cómo te encuentras, para pedir comprensión, dar o recibir perdón, para ofrecer consuelo en momentos de tristeza, para dejarte querer u ofrecer tu amor más íntimo y personal...será el momento de que un abrazo hable por ti, se ponga en lugar del otro, respire acogida, comparta la dicha o el desencanto y transmita más allá de cuanto pudieras expresar con tus labios. Porque un abrazo es el mejor medio para conectar almas, sentimientos, voluntades o anhelos.

No hay soledad, injusticia o herida que no pueda ser vencida por el cálido abrazo de quien nos ama. Y nada nos dará más energía y positividad para no tirar la toalla, levantarnos y seguir adelante, que rememorar aquel abrazo que quedó grabado en la memoria de nuestro corazón.

Recibir un abrazo no es sólo un buen motivo de gratitud,  al mismo tiempo será una poderosa razón para realizar un noble propósito: porque es tanto y tan valioso lo que recibimos en cada abrazo, que ojalá podamos mostrar nuestra gratitud regalando el nuestro a quien lo necesite, aunque nunca nos lo pida.


DESGASTES

Hay momentos y situaciones de la vida que nos producen un desgaste emocional, físico o espiritual. Normalmente causados por decepciones o circunstancias que ponen a prueba nuestra fortaleza mental, nuestra capacidad de superación o de resistencia.

¿Qué hacer en estos momentos? es una de las preguntas que nos hacemos a nosotros mismos más difíciles de responder. Pensemos como ejemplo qué haría cualquier persona que está cansada de caminar. Lo más lógico es que lo primero que haría sería hacer un alto en su camino.

Pero a veces no es fácil desconectar o poner distancia (incluso física) con el foco de nuestro desgaste. Pero no porque sea costoso deja de ser necesario e incluso conveniente. Pues este paréntesis nos puede ayudar a ver nuestros errores, calmar tensiones, aclarar nuestras ideas, renovar esperanzas y trazar expectativas o proyectos, para afrontar las mismas dificultades o para prepararnos o anticiparnos a nuevos retos.

Otra cosa que haría nuestro caminante sería preguntarse si tiene fuerza para continuar su viaje. Y esto sería precisamente una de las cosas que nos deberían enseñar estos "desgastes": A conocernos más y mejor. A saber nuestros límites y debilidades. Pues conociéndolos, sabremos también cuáles son nuestras fortalezas, riquezas o potencialidades. 

Y lo tercero que podría hacer esta persona cansada es algo tan sencillo como beber agua. Que podría significar la necesidad de buscar el motivo "la fuente" que nos empuja a seguir adelante. Quizá, en el día a día, se nos pueda olvidar cuáles son nuestras motivaciones, vocación, principios por los que merece la pena tanto esfuerzo. Por eso es fundamental "volver a la fuente" y refrescarnos con el agua de la esperanza, la fe, ilusión, resiliencia, empatía, respeto, amor...etc. Pon nombre a qué o a quién te hace caminar. Y sentirás la fuerza que te da para seguir caminando.


NO LO CUENTO, LO HAGO

Un buen humorista suele decir "no lo cuento, lo hago" antes de realizar una representación mímica o gestual de aquello que relata en sus monólogos.

Esta muletilla puede recordarnos la importancia y valor educativo de nuestros hechos. Pues nuestra forma de reaccionar ante situaciones, hacer las cosas, tratar a las personas, son muy importantes ya que nos definen más incluso que nuestro discurso. Dicho de otra forma con la ayuda del refranero español: "hechos son amores y no buenas razones".  

Si algo nos han enseñado estos años de crisis económica y de valores, es a mirar con recelo las promesas, las buenas palabras, "el postureo" como se dice en el actual argot juvenil. 

Por ello, a veces, las palabras no son suficientes. Dejan de tener fuerza de convicción. Pierden su valor testimonial, llegando incluso a causar "escándalo", lejanía o decepción. Algo que sólo puede encauzarse con la autoridad moral del "testimonio", del hecho, el propio ejemplo y la implicación. Se necesitan hechos claros, valientes, generosos, comprensivos, empáticos, compasivos, solidarios. Menos bonitos discursos y más cambios reales. 

Pongamos nuestra esperanza y nuestra confianza más allá de quienes sólo tienen criterios, juicios, opiniones y comencemos a caminar y descubrir, respetar y valorar, aprender o transmitir aquello que cada persona estime que da sentido a su vida, a sus acciones, que hace latir su corazón....y que confirmará la veracidad de sus palabras. 

Este texto del Evangelio, lo expresa con el siguiente ejemplo: "Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estomago». y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de que sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola esta muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probare mi fe" (Lectura de la Carta de Santiago 2, 15-18).