HABLAR O CALLAR

Cuándo hablar o cuándo callar. Qué decir y cómo decirlo. Qué silenciar y porqué hacerlo. Qué debemos comunicar aunque no sea políticamente correcto o qué hubiéramos preferido no haber tenido que hacer público, por evitar ser señalado, pero no parece que haya otro camino que denunciar en voz alta para cambiar las cosas. 

Éstos son aprendizajes muy difíciles e importantes; tanto, que nunca tendremos la sensación de haberlos aprendido totalmente o de llevarlos a cabo cómo hubiéramos deseado. 

Siempre habrá quien, para hacer daño o justificar su actitud, utilice hasta nuestras propias palabras, intente sacarlas de contexto, omita parte del discurso o directamente lo tergiverse en su beneficio. De ahí que haya tanta "prudencia" y "se midan las palabras" a la hora decir las cosas como son, o al menos, con la suficiente libertad a como las concebimos; que no quiere decir que no podamos estar algo equivocados, pero al menos tendríamos que tener el derecho y la sensación de poder hablar con suficiente libertad. Pero, no toda libertad de expresión es buena por el hecho de serlo, pues, puede haber supuestas libertades que atenten contra los demás. Y no todas las palabras se pronuncian con igual respeto y tolerancia, pudiendo herir más que los golpes.

Pero no da mejor fruto el que germina de todo lo que nos condiciona a mantener la boca cerrada y a no poder expresarnos como somos. De ahí, los silencios cómplices, los que no se mojan nunca, quienes quieren agradar y quedar bien con todos, quienes adornan las mentiras con medias verdades y quienes se comportan como cobardes incluso ante injusticias.

Hay quienes optan por el camino de un silencio discreto y prudente, hasta que la injusticia es tan nítida, que ello les hace "hablar aún sin palabras" con una claridad y valentía tales, que sorprenderán a quienes se aprovecharon de aquella pacífica actitud y se confiaron en que su poder sería tan grande que daría inmunidad a sus negligentes o malas acciones. Algunos parecen no querer darse cuenta que el propio ejemplo es la palabra más poderosa y el silencio más elocuente.



Posiblemente, hablar o callar ciertas cosas, sea uno de nuestros retos más cotidianos, de ahí que no esté de más hacer alguna reflexión educativa sobre ello. Por lo cual, cabe que nos tomemos el tiempo necesario para responder con sinceridad a alguna de estas cuestiones, sobre todo con las que más nos identifiquemos:

¿Qué guardas en tu corazón, que jamás pronunciaran tus labios? ¿Cuál es la razón o cuáles son las razones de tu silencio?. ¿Pueden tus palabras o silencios repercutir en quienes amas?.
¿Crees que por hablar o callar, tendrás más problemas? ¿Qué hará que te sientas mejor y más coherente contigo mismo/a?.
Por difícil que pueda parecer, sólo hay un camino para acabar con la iniquidad, el mal y la injusticia, denunciarlas. ¿Habrá algún camino para no ser cómplice con el silencio ni temerario con las palabras?.